Con más de un mes de retraso, finalmente subo la entrada de Estambul…
Estuve en el puente de la Constitución, del 5 al 9 de Diciembre, en un viaje en el que lo pasé genial. Al final nos juntamos un grupo numeroso y muy majo: los dos compañeros ICEX de allí junto a otros llegados de distintos puntos geográficos (Zagreb, Copenhague, El Cairo, Dusseldorf, Kiev, Milán) y otros amigos de A Coruña. Lo primero que tengo que decir es que Estambul mola mucho, así de claro. Es una ciudad que te engancha, al menos a mi me gustó muchísimo. Así que, no sé cuándo, pero supongo que volveré.
5 Diciembre
Mi viaje de ida fue tranquilo, me sorprendió muy gratamente el servicio de la compañía Turkish Airlines, la recomiendo totalmente. Imagino que por algo la han nombrado mejor compañía aérea «europea» en los dos últimos años. Bien, resulta que a la hora de comprar el vuelo puedes elegir el menú que deseas (bajo en calorías, para celíacos, etc.) y el asiento. Se me ocurrió la maravillosa idea de elegir una ventanilla justo delante de una salida de emergencia. Dichosa mi suerte cuando compruebo que el asiento no se puede reclinar hacia atrás. Pregunto a la azafata que muy amablemente me dice que cuando termine el embarque puedo cambiarme de sitio (si hay). Dicho y hecho, ni corto ni perezoso me senté en la fila posterior, justo después de la mencionada salida de emergencia. Si no era el mejor sitio del avión, estaba muy cerca, porque podía ir con las piernas completamente estiradas, como en el salón de mi casa vaya! En el aeropuerto de Ataturk había quedado con Kike, el compi ICEX de Copenhague y su amiga Coco para ir juntos en bus a la ciudad, pero entre que su vuelo se retrasó y que tuvimos algunos problemas de comunicación, al final me fui yo primero y ellos en el bus posterior. Allí me recibieron los anfitriones, primero Héctor (en la plaza Taksim) y luego Laura en su piso. Tengo que decir que se portaron de lujo en todo momento, muchas gracias de nuevo a ambos desde aquí. En su piso ya estaba Borja, el becario “egipcio”, y esa primera noche simplemente estuvimos charlando y contándonos aventuras y desventuras de nuestras respectivas oficinas. Por lo que pudimos comprobar, cada destino tiene su “miga” particular, jejeje.
6 Diciembre
El jueves nos levantamos relativamente pronto para comenzar la ruta. Habíamos quedado con otros becarios ICEX en la Torre de Galata para seguir todos juntos desde allí. Llegamos un poco tarde pero como ellos tampoco habían llegado aún, decidimos desayunar algo mientras tanto: turkish tea con pastelitos típicos de allí. Una vez que nos reunimos todos cruzamos el puente de Galata, en el que nos llamó la atención la gran cantidad de gente que había pescando. En la otra parte del puente entramos a una mezquita (creo que era Yeni Cami – New Mosque) en la que por primera vez vimos a los fieles lavándose los pies, no sé si antes o después de entrar a rezar.
Andamos un poco más y subimos a Santa Sofía, donde habíamos quedado con los becarios de Kiev. Entramos a verla por unos 12€, echamos un par de fotos de recuerdo y después a reponer fuerzas.Cuando salimos de comer ya estaba lloviendo, no pararía hasta el sábado…tuvimos mala suerte con el tiempo 😦
A pesar de la lluvia, tras comprar algunos paraguas de estos de usar y tirar, fuimos al Bazar de las Especias, y de allí a un local donde se podía fumar sisha, el que quisiera claro. Yo probé las cuatro que pedimos (menta con manzana, fresa con leche, melón con no sé qué, y no me acuerdo más) y también degusté un delicioso té de canela que me encantó. Después fuimos a casa a cambiarnos y a cenar a un sitio muy chulo cerca de la principal calle comercial, Istiklal Caddesi (Avenida de la Independencia). Era un restaurante muy barato, decorado con un estilo etno con utensilios y cosas antiguas de labranza y otras historias así. Compartimos cena por parejas, yo con Víctor, compañero ICEX “ucraniano” y de allí nos fuimos a un garito en el que había que subir muchas escaleras (o coger el ascensor) para llegar a la última planta y vimos un conciertillo que había, un grupo que podríamos definir como el Jarabe de turco. Nos tomamos una cervecita y a descansar, que al día siguiente queríamos aprovechar para seguir de turisteo.
7 Diciembre
El viernes madrugamos algo menos que el jueves y comenzamos el día visitando la Cisterna Basílica, una especie de depósitos que recibían el agua desde los bosques de Belgrado, llamados así ya que esta ciudad estuvo bajo dominio del extenso Imperio Otomano, a unos 20 kilómetros de la antigua Constantinopla, hoy Estambul. Una curiosidad son las dos columnas cuya base es una cabeza de Medusa (no, la miramos pero no nos convertimos en piedra).
A continuación nos dirigimos a la famosísima Mezquita Azul, pero tuvimos que esperar a que terminaran de rezar para poder visitarla. Durante la espera aprovechamos para ver un par de obeliscos por allí cerca y tras descalzarnos metimos nuestro calzado en bolsas de plástico y entramos a contemplar la famosa construcción. Personalmente no me impresionó tanto como pensaba, me gustó quizás más por fuera y sinceramente me esperaba más en su interior (aparte del olor a pies). Es lo que tiene crearse unas expectativas muy altas.
Sacamos unas cuantas fotos por allí y seguimos la ruta, nos tocaba hacer otra visita obligada, el Gran Bazar. Para ser un poco más eficaces, quedamos en un punto a una hora y nos separamos en grupos, así cada uno podía ir viendo y comprando lo que estimase oportuno. Mi impresión del sitio es que se ha convertido en un gran mercado moderno (sin llegar a ser un centro comercial), todo muy bien organizado y ha perdido parte del encanto que yo recordaba, por ejemplo cuando visité el Bazar de Marrakesh.
Ir a Estambul y no ver un partido, de fútbol o baloncesto, es otra de las cosas que no puedes permitirte. Así que finalmente elegimos un partido de basket de Euroliga, Efes Pilsen-Caja Laboral. El encuentro transcurrió sin pena ni gloria, con claro dominio visitante para gozo de los pocos aficionados españoles (no sé si eran realmente vitorianos) que habían asistido junto a nosotros. Hubo una conclusión bastante generalizada entre todos nosotros de que los highlights del partido habían sido las estelares apariciones de las cheerleaders del equipo local…
No puedo dejar de contar los trayectos de ida y vuelta a la cancha del Efes Pilsen. El primero, algunos de nosotros lo hicimos en 3 taxis, cada grupo negociando la tarifa con el taxista de turno. Unos decidieron fiarse del taxímetro, y los más desconfiados (entre ellos yo) pactamos un precio fijo que al final dejamos en 35 liras turcas, algo menos de 20 euros. La vuelta fue épica. Tras esperan un largo rato para (no) conseguir 4 taxis, decidimos cogernos un minibús para nosotros solitos basándonos en la experiencia previa que habían tenido los otros compis en su viaje de ida. El viaje fue un no parar de reír, no nos podíamos creer que nos cobrasen sólo 2 liras (1€) por persona por llevarnos a todo el grupo de regreso a Estambul. Creo que recordaré ese trayecto siempre.
El singular vehículo nos dejó en una calle cuya peculiaridad era la de estar plagada de tiendas de pelucas, tal como suena. Callejeando un poco desde allí llegamos a una calle empinada, muy chula y estrecha, con un ambiente fantástico y una atmósfera realmente acogedora (no recuerdo el nombre). Pero nuestro destino era otro…Quién sabe, quizás algún día vuelva por allí y tenga la oportunidad de cenar en uno de los muchos restaurantes que hay en sus flancos. Llegamos a un garito con música comercial, gagnam style incluided, en el que lo pasamos bastante bien y nos divertirnos como jóvenes sanos que somos…Al día siguiente nos esperaba la parte asiática de Estambul.
8 Diciembre
Pues eso, para Asia que nos fuimos. Algunos madrugaron más (o quizás trasnocharon menos) porque querían ir a ver el Palacio de Topkapi. Yo tendré que visitarlo la próxima vez que vaya, ya que me levanté más tarde (o trasnoché más) y me apunté al plan de coger un Ferry, cruzar el Bósforo e ir al continente asiático. El viaje por el río me gustó mucho, las vistas son estupendas y sólo por la sensación de estar «flotando» de un continente a otro merece la pena. Estuvimos paseando por allí, confirmando lo que ya nos habían contando los becarios “turcos”, esta parte es más moderna y residencial que la parte europea al otro lado del río. En nuestro regreso, tras debatir sobre distintos temas (con chorreareas chorraeras o sin ellas), nos topamos con un par de puestos ambulantes. En uno de ellos podías elegir entre infinidad de colgantes de ¿cobre? bastante originales. Estuvimos “escarbando” entre ellos, seleccionando aquellos que más nos llamaban la atención para hacer algún souvenir. A la hora de pagar, uno de los turcos que atendía en el otro puesto improvisado de bolsos de al lado, trató de hacernos el lío y engañarnos diciendo que no había recibido ningún dinero. El incidente se resolvió de manera satisfactoria, y finalmente tras la ayuda de unos amables ciudadanos locales que pasaban por allí e intercedieron a nuestro favor, nos devolvieron el dinero que nos correspondía. Esta noche quedamos todos en casa de los anfitriones para cenar pizzas, hacer un semi-botellón y degustar las bebidas autóctonas que algunos habíamos llevado: vodka ucraniano, cerveza danesa y rakija serbia. Nos echamos unas risas y luego nos fuimos a continuar la fiesta por algunos locales hasta que el grupo se dividió y cada cual terminó en un sitio distinto…
9 Diciembre
El domingo cada uno tenía su vuelo a una hora distinta, con lo que en función de esto nos levantamos más o o menos temprano y tomamos rumbo al aeropuerto para volver a nuestros respectivos destinos. Mi viaje al igual que el de ida fue bastante bien (volveré a volar con Turkish Airlines seguro). Al llegar a Belgrado…sorpresa!! Me encontré todo completamente cubierto por un manto de nieve de unos 30-40 cm de nieve, había estado todo el fin de semana nevando. Con menos 7 grados y arrastrando la maleta llegué a casa, al día siguiente tocaba trabajar. Tengo que decir que aún había nieve por la calle cuando me volví a España el jueves 20 de Diciembre, por lo que me temo que me esperan uno par de meses de frío y nieve. El año pasado, me cuentan que en Febrero hizo «rasca», estuvieron dos semanas seguidas entre -20º y -15º, e incluso se congeló el Danubio. Sólo de pensarlo me dan escalofríos (nunca mejor dicho), supongo que habrá que abrigarse y estar preparado.